Los españoles tenemos fama de acostarnos tarde y dormir menos horas de las ocho horas al día que recomiendan todas las organizaciones médicas. En concreto, la población adulta española duerme una media de 6,43 horas diarias. El hecho de disfrutar de más horas de luz solar y de buenas temperaturas, sobre todo, en esta época del año, pero también de jornadas laborales maratonianas, hace que se retrase la hora de cena y por tanto, el momento de irse a la cama. Las familias españolas cenan sobre las 21.00 horas,- las 22.00 horas si estamos en verano-, esto significa casi cuatro horas más tarde que países como Suecia. Ellos cenan cuando nuestros niños están merendando. Si a esto se le suma una cena copiosa, nos encontramos con unos hábitos que merman tanto la cantidad como la calidad del sueño. Se estima que entre un 20 y 48% de la población adulta española sufre, en algún momento de su vida, dificultad para iniciar o mantener el sueño y que de este porcentaje, entre un 20 y un 30% sufre insomnio. Un trastorno con más implicaciones para la salud de las que creemos. La Sociedad Española del Sueño advierte de que la privacidad del sueño, o al menos de las horas necesarias, provoca una alteración del sistema nervioso y del sistema inmune.
El uso de gadgets antes de irse a la cama contribuye a que la población que sufre insomnio esté aumentando y, lo que es más preocupante, a que las personas que lo padecen sean cada vez más jóvenes. Hablamos incluso de niños. Se estima que la mayoría de los adolescentes y hasta un 30% de los niños de los menores de edad tienen sueño insuficiente por el uso de dispositivos móviles. Y es que la luz de las pantallas procedentes de dispositivos móviles (teléfonos, tabletas, portátiles…) denominada azul o ‘‘blue-light’’ altera la secreción de melatonina, una hormona que normalmente se eleva por la noche y desempeña un papel en la inducción de la somnolencia.
En un país, como España, donde el 50% de los menores de 14 años ya tiene su propio teléfono móvil propio, estamos ante un tema nada baladí. Prueba de ello es que el Ministerio de Sanidad de España revela que 18% de los jóvenes de entre 14 y 17 años utiliza de modo compulsivo el teléfono y que el intento por parte de los progenitores de despegarles de las pantallas en muchas ocasiones, acaba en gritos y peleas familiares.
El uso de la tecnología también exige un proceso de aprendizaje que algunas veces lo padres pasan por alto e intentan atajar cuando ya es demasiado tarde. Quizás, el hecho de que hayamos utilizado estos dispositivos como nannys de nuestros pequeños nos ha llevado a esta situación. Sea como fuera, la realidad es que es necesario enseñar y educar a nuestros hijos en el uso de la tecnología y para conseguirlo contamos en el mercado con herramientas que nos permiten controlar el acceso y el uso de estos dispositivos. En nuestro caso, Deco M5 incorpora funciones de control parental robustas que permiten por ejemplo, que a partir de las 8 de la noche, los niños no tengan acceso a Internet en estos dispositivos o que si intentan acceder a un horario que no está autorizado por su perfil de usuario no puedan utilizarlo…
Y tú, ¿qué medida tomas para que hagan un uso moderado?
