Comprar sin acudir físicamente al establecimiento, cómodamente desde el sofá de tu casa y accediendo a productos y servicios hasta la fecha inalcanzables, si no fuera porque operamos en un mercado global, se ha convertido en la forma habitual de hacer shopping.
Desde que Internet abriera la veda para que cualquiera pudiese comercializar productos y servicios más allá de su mercado local, el usuario ha ido cogiendo confianza en el comercio en línea. Este proceso, paulatino en el tiempo, ha requerido, por un lado, que los proveedores garantizaran la seguridad de las transacciones y regularan una política de cambios y devoluciones que fuera también sencilla para el comprador online y, por otro, que la tecnología haya evolucionado y facilitado la acción de comprar, extrapolándola a otros soportes electrónicos, más pequeños y fáciles de transportar como las tablets o los móviles.
Este salto evolutivo en la tecnología ha marcado un punto de inflexión en el comercio electrónico, robando protagonismo al PC como principal dispositivo para realizar las compras online. Según las cifras del último estudio sobre el e-commerce en España en 2018 realizado por la IAB Spain, el 45% de los usuarios ya utiliza el móvil para comprar en Internet, lo que supone un crecimiento de ocho puntos porcentuales respecto al año anterior, el mismo ratio en el que han disminuido las compras online a través de PC.
Se acercan fechas en las que el mobile y e-commerce siempre han demostrado una fuerza imparable. Hablamos del Black Friday y las Navidades, épocas en las que el gasto online aumenta de forma considerable. Pero este año, a las optimistas previsiones de negocio -se espera que los ingresos generados registren solo estas Navidades un crecimiento interanual del 13%-, se le suma el pronóstico de que los teléfonos móviles canalizarán la mayor parte de esas ventas. De hecho, estiman que éstos acumulen el 68% de todo el tráfico a ecommerce esta temporada, un récord que refleja un aumento interanual del 19%, frente al 44% que procederá de PCs. Estas cifras muestran una vez más que el móvil es una tecnología facilitadora que ha cambiado los patrones de consumo, trabajo, interacción y ocio y que exige una reflexión sobre los que apuestan por modelos más tradicionales.
