El aumento de la esperanza de la vida de la población ha traído consigo una serie de enfermedades, que cada vez cobran más peso en el gasto sanitario de los países desarrollados, y que traen de cabeza a las autoridades del sector, que buscan fórmulas de prevenir y de detener el avance de patologías asociadas a la edad. La demencia y, en concreto el Alzheimer, se ha convertido en el principal caballo de batalla de esta lucha. En la actualidad, en España ya hay en torno a los 500.000-600.000 casos diagnosticados de demencia, y se prevé que para mediados de este siglo, la cifra alcance el millón, según fuentes oficiales. En esta tesitura, prevenir este tipo de patología es clave no solo para la economía del país sino también para garantizar una calidad de vida a la población más envejecida, pues se estima que entre el 31% y el 54% de los pacientes de esta enfermedad superan los 90 años.
Si bien es cierto que el avance de la enfermedad se muestra imparable debido a un estilo de vida sedentario, en el que el estrés domina nuestro día a día, también lo es que existen estudios que demuestran que programas de entrenamiento cognitivo, destinados a mejorar la velocidad de procesamiento, pueden disminuir el riesgo de padecer demencia en un 29%. Siempre se ha dicho que poner la memoria a trabajar con juegos como los rompecabezas y ejercitar la mente relacionando imágenes o experiencias vividas con la música, ayuda en las fases más tempranas de esta enfermedad. En un mundo hiper-digitalizado, en el que las tecnologías han ocupado todas las parcelas de la vida, no se puede obviar el papel que ya están desarrollando éstas en la batalla contra la demencia. Por ejemplo, videojuegos enfocados únicamente al entrenamiento cerebral, aplicaciones, e incluso realidad virtual, para simularlo que se conoce como salas de estimulación multisensorial, pensadas para aumentar la capacidad de concentración y atención de los pacientes, y mejorar la movilidad, la creatividad y la conciencia general del mundo que rodea al paciente.
Aunque todavía queda recorrido para que se generalicela tecnología como alternativa a la medicina tradicional, lo cierto es que estamos ante un elemento clave para la detección precoz de esta patología y para su tratamiento en sus fases más tempranas, de una forma menos invasiva para el paciente y menos costosa para el Estado.
