La ciberseguridad se ha convertido en un tema prioritario tanto para los Estados como para los individuos. Vivimos en una sociedad hiperconectada, con millones de hilos que transportan miles de millones de datos, en muchas ocasiones, sensibles, que son susceptibles de caer en manos de los amigos de lo ajeno. Las consecuencias potencialmente devastadoras tanto para la integridad y la seguridad del territorio, de las organizaciones y de las personas.
El pasado domingo 23 de octubre fue una de esas jornadas negras para la seguridad de la Red, pues se perpetraron dos ataques DDNS en apenas un intervalo de apenas 3 horas. Millones de websites de todo el mundo sufrieron caídas en el servicio. Por mencionar algunas: Twitter, Pinterest, PayPal, Airbnb, Spotify, SoundCloud, Reddit, Imgur o Github. Pasadas seis horas del primer ataque muchos sites aquejaban todavía problemas en el servicio.
La realidad demuestra que el cibercrimen no cesa y que continúa luchando por el valioso más activo de todo el siglo XXI: la información. De hecho, según un estudio de la industria, en los últimos tres meses se han creado 18 millones de nuevas muestras de malware, lo que pone de relieve, según los expertos, que estamos ante algo masivo y que no para de crecer.
Solo algunos países han sido capaces de cuantificar el cibercrimen. Es el caso de Reino Unido que, a través de la National Crime Agency, calcula que éste supone ya más del 50% de los delitos que se producen en el país. Y el ratio podía seguir aumentando en los próximos años debido, sobre todo, al auge del Internet de las Cosas y los dispositivos móviles. Hablamos de miles de millones de dispositivos que manejarán y gestionarán información y que se convertirán en la puerta de entrada o en la pasarela de acceso para que los amigos de lo ajeno se hagan con los datos que residan los mismos.
El desafío es total para todos los actores de la industria TIC, que más que nunca tienen que aunar esfuerzos en busca de una interoperabilidad y de una seguridad robusta, que impida o por lo menos complique el acceso a la información por parte de los ciberdelincuentes.
En TP-Link creemos que la seguridad ha sido, es y será el principal caballo de batalla en el acceso y en el disfrute de todos los servicios que nos ofrece Internet. Quizás por este motivo en el ADN de todos nuestros productos -router, PLC, EAP y ahora también smartphones-, la seguridad es una pieza clave en el desarrollo de los mismos, desde su concepción inicial hasta su fabricación, con el objetivo de garantizar una experiencia online segura así como la inviolabilidad del dispositivo.
