Hace 20 años nacía el buscador más utilizado. Actualmente, más del 90% de las personas que hacen búsquedas por Internet lo utiliza. Pero, ¿alguien sabe cómo hacerlo cuando no hay conexión? Seguramente a los que peinamos alguna que otra cana, nos viene a la mente imágenes de las famosas enciclopedias que todo hogar adquiría como “fuente del saber y del conocimiento”. Hace ya una década que la irrupción de Google hizo que desaparecieran del imaginario colectivo, pues sus ventas llegaron a descender hasta un 70% en 2008. Hoy en día, los famosos tomos ilustrados forman parte del pasado. La facilidad de acceder en cuestión de milisegundos a ingente cantidad de información sobre cualquier tema ha llevado a que ejércitos de vendedores a puerta fría desaparecieran de nuestras calles y a que los padres dejarán de ‘empeñarse’ en hacerse con este activo como supuesto garante del éxito escolar. Hablamos de que una enciclopedia podía costar 200.000 o 300.000 pesetas en los años 70-80.
Y es que, ¿cómo sostener este negocio, cuando, de forma supuestamente gratuita- pues tras cada búsqueda, el rastro que va dejando el usuario cuando navega se convierte en un activo muy valioso con el que comercializar con terceros- accede como por ‘arte de magia’ a la información que desea? Una información que además puede ser imagen, texto o video.
A este atractivo se le han ido sumando otros que han ido empoderándolo, como un servicio de correo, de almacenamiento en la nube y de comunicación. Hoy es difícil imaginar la vida sin él, ya que ha pasado de ser un mero buscador al centro neurálgico de nuestra vida. Móviles, gafas, ordenadores, compras e… Internet de las Cosas (IoT). El Gigante ha puesto sus ojos en este mercado, que se espera que mueva un negocio sólo en nuestro país de 19.000 millones de euros para 2021, según datos de IDC, y lo hace con la interfaz más fácil e intuitiva: la voz. La posibilidad de hacer cosas sin tan siquiera utilizar las manos, tocar una pantalla, ni un teclado, tiene una clara ventaja para los usuarios: les ahorra tiempo. Hoy, una quinta parte de los usuarios ya emplean los asistentes de voz para acceder a aquellos servicios que funcionan como una acción repetitiva y que no es algo especialmente complicado, como por ejemplo para preguntar por la temperatura o para pedir que les pongan una canción.
Google Assistant -operativo en 8 idiomas y en una docena de países– es capaz de controlar por medio de la voz más de 1.500 dispositivos inteligentes en el hogar de más de 225 marcas diferentes y TP-Link es una de ellas. En TP-Link creemos que cuanto más simple sea el uso de la tecnología, más usuarios la adoptarán. Por este motivo, nuestros enchufes y bombillas inteligentes ya pueden ser controlados no sólo desde cualquier móvil iPhone o Android, a través de la app Kasa, sino también mediante la voz. ¿Alguien da más?:)
